Felipe Taborda y la campaña histórica de Colombia en la Copa América Femenina 2014
- gilonluisa
- 18 jul
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La Conmebol Copa América Femenina 2025 inició el 11 de julio en Quito. Diez selecciones se reúnen con un mismo objetivo: alcanzar el sueño de ser la mejor del continente.
Colombia llega con una gran responsabilidad. En los últimos años ha construido una imagen sólida a nivel internacional gracias al talento de sus jugadoras. En la última edición del torneo llegó hasta la final; en el Mundial de Australia y Nueva Zelanda fue la única selección sudamericana en avanzar a cuartos de final; y en los Juegos Olímpicos alcanzó por primera vez esa misma instancia. A nivel individual, varias futbolistas han hecho historia: algunas llegaron a clubes como Chelsea y Real Madrid; otras se destacan en ligas altamente competitivas.

Pero este presente también es reflejo de un trabajo sembrado muchos años atrás. La primera participación de Colombia en este torneo fue en 1998, cuando aún se llamaba Campeonato Sudamericano de Fútbol. En aquella edición no logró avanzar de la fase de grupos. En 2003 fue tercera, y en 2010, 2014 y 2022, se consagró como subcampeona.
Una de las campañas más memorables ocurrió en 2014. A pesar de no obtener el título, Colombia no perdió ningún partido y solo recibió dos goles en siete encuentros, con un rendimiento del 80,95 %, incluso superior al de Brasil, que terminó campeona. ¿Quién estuvo detrás de ese desempeño? ¿Cómo logró Colombia una participación tan destacada? Hoy, hablamos de Felipe Taborda, exdirector técnico de la ‘tricolor’, y de un proceso que, aunque muchas veces silencioso, dejó huella en el fútbol femenino colombiano.
El origen del compromiso: un amor por lo invisibilizado
La historia de Taborda con el fútbol femenino comenzó muchos años atrás. Desde joven, el fútbol lo atrajo con fuerza, pero con el tiempo entendió que había un espacio olvidado: el de las mujeres. Veía niñas con talento, pero sin oportunidades reales para formarse o competir.
“Fue una necesidad y una convicción de que el fútbol femenino merecía su propio lugar”, recuerda.
Gracias a su trabajo a nivel local y departamental, la Federación Colombiana de Fútbol le propuso un reto: dirigir la categoría sub-17 femenina, justo cuando ese proceso apenas comenzaba a estructurarse. Era 2012. La creación de una liga profesional femenina en Colombia ni siquiera estaba sobre la mesa.

A pesar de las limitaciones, Taborda logró el tercer puesto en el Campeonato Sudamericano y la clasificación al Mundial Sub-17 en Azerbaiyán. Un año después, alcanzó el subcampeonato continental.
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Taborda recuerda ese proceso con especial cariño. En las selecciones juveniles no solo se buscaban resultados, sino formar personas.
“A pesar de las limitaciones de infraestructura o apoyo, siempre hubo un compromiso muy alto de las jugadoras y el cuerpo técnico. Se crearon vínculos muy fuertes”, menciona.
Más allá de los torneos, su apuesta fue construir identidad, disciplina y sentido de pertenencia. Ese trabajo silencioso fue clave para el siguiente paso: la selección absoluta. Al asumir el equipo mayor, Taborda ya contaba con una base de jugadoras que conocía, con las que había construido confianza y recorrido.
En la Copa América 2014, el reto de Felipe Taborda era consolidar un camino que la selección Colombia venía recorriendo: había sido subcampeona en 2010, jugado su primer Mundial en 2011, disputado los Juegos Panamericanos y los Olímpicos de Londres en 2012. Faltaba dar un golpe de autoridad.
Y lo hicieron. Bajo la dirección de Taborda, Colombia vivió su mejor participación histórica en una Copa América (hasta hoy): cinco partidos ganados, dos empatados, ninguno perdido. Solo recibió dos goles —la valla menos vencida— y anotó doce, con un rendimiento superior al de Brasil, que fue campeona por un solo punto de diferencia.
“No fuimos a improvisar. Teníamos una idea clara y se ejecutó con disciplina”, explicó.
Asegura que el éxito, se debió a la preparación táctica, el liderazgo, la cohesión del grupo, el conocimiento del rival y la entrega del equipo. Pero más allá de los números, lo que permanece en su memoria es lo simbólico:
“Recuerdo la mirada de las jugadoras en el himno, la emoción del país y la sensación de haber cumplido. Ese torneo marcó un antes y un después en el fútbol femenino colombiano", resaltó.
El legado y la deuda con el fútbol femenino
Después de esa Copa América, Colombia clasificó nuevamente a los Juegos Olímpicos, al Mundial y a los Panamericanos. En 2015 alcanzó por primera vez los octavos de final en una Copa del Mundo en Canadá y obtuvo el subcampeonato en los Panamericanos. En 2016, Taborda cerró su ciclo como entrenador, pero su legado no terminó ahí.
“Me siento orgulloso de haber sido parte de ese inicio, de abrir puertas para nuevas generaciones. Hoy vemos más ligas, más visibilidad, más apoyo institucional, pero también debemos seguir luchando por la equidad real y condiciones dignas para las futbolistas”.

Actualmente, es concejal de Palmira y asesor deportivo del equipo profesional femenino Internacional de Palmira. Su compromiso con el fútbol femenino continúa desde otros espacios: la formación, la gestión, el liderazgo local.
Su huella permanece en las páginas más importantes del fútbol femenino colombiano y en la memoria de quienes vivieron un proceso que demostró que sí se podía competir (y soñar) en igualdad de condiciones.
Aunque el camino del fútbol femenino en Colombia aún tiene retos por superar, la historia de Taborda y su equipo demuestran que, con visión, compromiso y amor por el deporte, se pueden derribar barreras y alcanzar metas que alguna vez parecían imposibles.
Redacción: Luisa María Gilón - @Periodistaluisagilon
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